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Castro Barreto: Arte, Coleccionismo, Agricultura, Entrenamiento, Pasión

Antonio Castro Barreto | Castro Barreto Collection | AL Magazine | Puerto Rico | Foto: Suministrada

Si sueles moverte, o explorar la escena de arte local con agilidad, es muy probable que en algún momento te hayas topado, o escuchado de “Castro Barreto Collection”; y por supuesto, está la Colección Castro Barreto, y el Antonio Luis Castro Barreto. Los que al fin de cuentas no se distancian mucho el uno del otro.

Antonio Castro Barreto, es un joven empresario, entrenador personal y coleccionista de arte puertorriqueño, que también dedica gran parte de su tiempo a trabajar con su hermano, Francisco Castro, en su finca orgánica en Río Grande, HidrOrganica. Siendo este último emprendimiento uno “sumamente gratificante” para Barreto, ya que a través de ello, ha tenido la oportunidad de, no tan solo conectar con su hermano, y la tierra, si no también de ser testigo y aprendiz de “ese proceso lento de ver las plantas [crecer] desde el inicio, hasta que te dan frutos; y eventualmente poder obtener ganancias de ese proceso es algo que yo entiendo que mucha gente lo debería vivir, y vivirlo desde temprana edad. Por que es algo que te da un valor para otras cosas en tu vida, como a ser más paciente para empezar de cero otra vez. Porque la agricultura siempre te lleva al cero: las plantas se mueren, tienes que volver a sembrar, tienen que volver a germinar, tienes que volver a trasplantar, y es un proceso que te enseña que si lo perdiste todo, siempre puedes volver a empezar a hacerlo.”

Castro explica que esta lección, que ha sido tan afortunado de aprender a esta edad, finalmente se traduce a no sentirte fracasado si un proyecto o emprendimiento no rinde los frutos que esperabas, ya que no importa cuanto tiempo, dinero o esfuerzo hayas invertido, siempre se puede comenzar de nuevo entendiendo que ahora puede crecer algo mejor, y que lo que te llevo hasta ese punto son experiencias y conocimientos igualmente valiosos, para comenzar de nuevo, mejor.

Castro Barreto Collection

Evidentemente, esta lección personal, se puede ver reflejada en la vida y labor de Castro Barreto, de diversas micro maneras, cuando se observa cuidadosamente su trayectoria como coleccionista en una clara misión de invertir en piezas de arte puertorriqueño que de alguna manera enriquezcan su vida, mucho más allá de su valor o potencial económico, si no por el valor e impacto emotivo que traen a su vida, con el propósito de ser parte clave en la carrera de aquellos artistas que también buscan crecer y alcanzar mejor exposición local e internacional.

La colección de Barreto se compone de alrededor de 250 obras de arte puertorriqueño, que comprenden: esculturas, mobiliario, y principalmente pinturas. Se encuentran desde piezas políticas, hasta abstracciones. Todas con el mismo denominador en común: creaciones de artistas contemporáneos puertorriqueños, cuyas edades mayormente rondan entre los 35 - 40 años, y todas de alguna manera impactan y apelan la sensibilidad de Barreto. Tanto las obras en sí, como la historia que les rodea, “Tras hacer clic con esa pieza, cuando se me explica el trabajo o la investigación que hay en ella… ese es el detonador final para decidir si incorporarla”.

Si hay una pieza con una historia en particular que puede servir como ejemplo, es la historia de cuando Barreto una mañana, como a eso de las 6am, ve por Instagram una pieza que el artista Omar Velázquez acababa de compartir. “Me impactó tanto que en ese momento había una persona que sabía que movía sus piezas en Puerto Rico, y yo llamo esa persona y le digo “mira me interesa esta pieza”, él llama al artista esa misma mañana y se lo dice, el artista le dice que sí, que está disponible, entonces voy al taller que quedaba al frente de la Taberna El Lúpulo. En ese momento había un taller de artistas allí, en el que estaba Omar Velázquez, me parece que Karlo Ibarra, y Rafael Miranda Mattei. Ahí yo fui a recoger la pieza que todavía estaba sin secar, todavía tenía el aceite. El me la dió [la pieza] y así mismo la llevamos por la calle por el Viejo San Juan para entonces ver otro taller que quedaba en Casa Blanca. Ahí conocí a Rogelio Báez, y a otros artistas. Así que el mero hecho de que me gustó esa pieza, me generó un montón de aventuras alrededor que son hasta mucho más interesantes que la misma pieza; y me llama mucho la atención que el artista me dijo “ten cuidado, que todavía está sin secar”, la pieza en óleo que se tarda días en secar.”

Entre los artistas admirados se encuentran Manuel Rodríguez, Walter Fernández, Frances Gallardo, quien trabaja con papel como medio y hace referencia a los ‘huracanes’ en Puerto Rico, y Pedro Vélez. Vélez juega un rol especial en Castro Barreto Art Collection, pues al ser crítico de arte, con él se comparte una perspectiva más amplia del arte a nivel internacional y su relevancia con Puerto Rico; contar con este recurso le permite estar al tanto de “lo mejor de los dos mundos” y a su vez estar al día en el mundo creativo.

Si hay algo particular que evidencia la pasión que Castro Barreto guarda por el arte y la importancia de sobreponer la sensibilidad al valor económico, es la descripción del ‘provenance’ de sus piezas. En mejores palabras, el historial que comparte de cada pieza en los documentos oficiales de procedencia. Castro comenta acerca de como la mayoría de los ‘provenance’ lo que contienen como descripción e historial es algo como: “Esta pieza perteneció a los Reyes de España, luego pasó a Trump, y luego a Castro Barreto Collection”, por dar un ejemplo. Donde claramente se nota el peso que se le coloca a la reputación y valor económico de la pieza. En contraste, Castro Barreto trata de siempre compartir una historia personal relacionada a la misma. Probablemente esa historia que lo marcó y que finalmente hace las obras tan valiosas para él, compartiendo momentos o aventuras especiales que giran alrededor de la pieza. Como por ejemplo, describiendo lo que sucedió el día en el que la adquirió, quienes estaban presentes, a quienes conoció ese día, si se tomaron un café y luego tuvo la oportunidad de visitar el estudio del artista, donde conoció a otros artistas, etc… Siempre buscando compartir una historia personal.

Comienzos

Desde muy jóven Barreto fue introducido al arte a través de uno de sus amigos de la escuela cuya madre es Marimar Benítez, en aquel momento Rectora de la Escuela de Artes Plásticas. Benítez solía llevarlos todos los jueves a visitar exposiciones de arte. Momentos en los que Barreto se sentía muy a gusto, ya que lograba desconectarse de todo, sentirse relajado y sumergirse en este mundo donde conocía “gente completamente distinta a la que solía ver en la calle, con unas ideas geniales”, y así fue como comenzó a involucrarse con el arte. Hasta el día de hoy todavía Castro guarda una relación bien cercana con su amigo y Benítez.

“Lo de coleccionar vino después. Por que yo pensaba que eso de coleccionar era bien caro y era para una elite, y que eso estaba fuera de mi alcance, hasta que compre mi primera pieza. Lo que me motivó a seguir adquiriendo piezas que me gustaban, sin una temática. Simplemente adquiría las piezas que me gustaban.”

Alrededor del 2007 compró su primera pieza, y comenzó a coleccionar cuando vió una pieza en Plaza Las Americas de una artista que se llama Ada Negrón —una pieza roja— la cual, según Castro cuenta en su página web, “al ver esos rojos, quedó perplejo con lo mucho que esa imagen interferia con sus experiencias actuales de vida y cómo lo transportó a revivir y sentir otros momentos”. Así que el le dice a Negrón que le gustaba, y la adquirió. Ahí se dió cuenta que el podía adquirir piezas de arte. “Adquirí esa pieza y paso un tiempo que no compre nada, luego de eso conozco una persona que se llama Alexis, y le dicen ‘Cabra’, quien ahora se encuentra en Chicago, y es una persona bien influyente en Puerto Rico en cuanto a mover artistas locales. El tenía una galería rodante que era un trailer, que se llama Trailer Park Projects. El ponía la galería fuera de exposiciones de arte. Osea si nosotros teníamos una exposición de arte aquí ahora mismo a las 7pm, él estaba ya allá abajo con su camión vendiendo arte, osea cogía a la gente que entraba [para venderles las piezas]. Él conocía mucha gente, y fue él quien me empezó a presentar artistas y a enseñarme trabajos que tenía de artistas. Ahí le compre varias obras, y luego entonces yo seguí solo moviéndome en el mundo del arte local, dandome a conocer, y conociendo gente. Pero fue él quien me apadrinó en el sentido de que me dió acceso a la escena local.”

Actualidad

Ahora, la colección Castro Barreto se mantiene en búsqueda de consolidarse, tal vez estética o conceptualmente, Barreto no lo sabe aún. Aunque sí permanece claro en su misión de continuar apoyando principalmente el arte puertorriqueño, y disfrutando de todas las experiencias de valor que le provee este ‘hobby’. Para Castro es sumamente importante sostener la relación que tiene con muchos de los artistas de los que se compone su colección, ya que significa revivir esas gratas experiencias y encuentros con el arte que ha tenido desde joven, constantemente. Ese intercambio de ideas y de poder conversar con creativos acerca de cualquier tema de la vida, es de gran valor para Barreto. Al igual que así como la gran lección de vida aprendida de la agricultura, acerca de no temer a comenzar de nuevo, se vuelve a ver reflejado cuando Barreto decide organizar los eventos artísticos que lograron levantar fondos para el barrio Jácanas en Yabucoa, seriamente afectado tras el paso de huracán María.

“Fue un evento sumamente gratificante porque encontré una forma, de utilizar una de mis pasiones para ayudar a otra gente, y respondió muy bien, los artistas respondieron, pudimos ayudar al barrio, todavía lo estamos ayudando. Además de que revivimos la escena del arte nuevamente, ya que después del huracán no se había hecho mucha cosa en cuanto a exposiciones, etc... los artistas se pusieron a trabajar, enviaron piezas desde afuera, estuve conectado a contactos afuera en Chicago, hice los contactos con los artistas en la Diáspora, enviaron sus piezas, y todo eso no me costo nada, todo fue autogestionado y de gente que se ayudó. Walter Fernández de Cigar House me motivó un monton a hacerlo, porque nunca me había tirado nada así con la comunidad artística, y me preguntaba si quedaría bien. Pero todo fluyó super bien.”

La página web www.coleccioncastrobarreto.com sirve de catálogo, y la misma cuenta con información actualizada acerca de la colección, los artistas y sus carreras.

 

CASTRO BARRETO: ART, COLLECTING, AGRICULTURE, TRAINING, PASSION

Antonio Castro Barreto | Castro Barreto Collection | AL Magazine | Puerto Rico | Foto: Suministrada

​​If you usually move, or explore the local art’s scene with agility, is very probable that at some point you have stumbled upon, or have heard about “Castro Barreto Collection”; and of course, there is Castro Barreto Collection, and there’s Antonio Luis Castro Barreto. Which at the end of the day, none are that further from the other.

Antonio Castro Barreto is a young entrepreneur, personal trainer, and collector of Puerto Rican art, that spends most of his time working with his brother, Francisco Castro, at his organic farm in Rio Grande, HidrOrganica. Being this last endeavor one of “great satisfaction” for Barreto, since it is through it, he has had the opportunity to, not only connect with this brother, and earth, but to also be a witness and student of that “slow process of seeing the plants [grow] from the start, until they harvest; and to eventually be able to get earnings from that process is something I think a lot of people should live, and at an early age. Because is something that gives you value for other things in your life, like being more patient to start from zero again. Because agriculture always takes you back to the zero: plants die, you have to sow again, they have to germinate again, you have to plant out again, and is a process that teaches you that if you lose it all, you can always start again from zero.”

Castro explains that this lesson that he’s been fortunate enough to learn at this age, finally traduces into not feeling like a failure if a project or endeavor doesn’t bear the fruits you were hoping for, now that it doesn’t matter how much time, money, or work you have invested, you can always start again understanding that something better can grow now, and that what took you to that point are experiences and equally valuable knowledge, you can now use to start again, better.

Castro Barreto Collection

Evidently, this personal lesson, can be seen reflected in the life and labor of Castro Barreto, in diverse micro ways, when you carefully observe his trajectory as a collector on a clear mission to invest in pieces of Puerto Rican art, that somehow enrich his life, way beyond their value or economic potential, but because of its value and the emotive impact that they bring to his life, with the purpose of becoming a key part in the career of those artists that also look to grow and reach better exposition locally and internationally.

The collection of Barreto is composed of around 250 pieces of Puerto Rican art that comprise: sculpture, furniture, and mainly paintings. You can expect to find from political pieces, to abstractions. All with the same common denominator: creations of contemporary Puerto Rican artists, which ages range around 35 – 40 years old, and that in some way impact and appeal the sensibility of Barreto. The pieces themselves, as well as the stories that surround each one, “After making click with the piece, and getting to hear the explanation of the work or investigation in it… that’s the final detonator to decide if I will incorporate it”.

If there’s a piece with a story in particular that can serve as an example, is the story of when Barreto, one morning around 6am, sees at Instagram a piece that the artist Omar Velázquez had just shared. “It impacted me so much that in that moment there was a person I knew it dealt with his pieces in Puerto Rico, so I called him and tell him “look I’m very interested in that piece”, he calls the artists that same morning and tells him, the artists confirms that it is available, so I go to the workshop that was in front of El Lúpulo Tavern. At that time there was a workshop in there in which Omar Velázquez, Karlo Ibarra I think, and Rafael Miranda Mattei, were part of. So there I went to pick up the piece that wasn’t quite dry yet, still dripping oil. He gave it to me [the piece] and just like that we took it through the streets of Old San Juan to then go to another workshop that was in Casa Blanca. There I met Rogelio Báez, and other artists. So the mere fact that I liked the piece, it generated a lot of adventures around it that are even more interesting than the piece itself; and it calls my attention a lot that the artist told me “be careful, is still wet”, the piece in oil that takes days to dry”.

Among the admired artists you can find Manuel Rodríguez, Walter Fernández, Frances Gallardo, who works with paper as a medium and makes reference to the ‘hurricanes’ in Puerto Rico, and Pedro Vélez. Vélez plays a special role in the Castro Barreto Art Collection, since he is an art critic, with him, he can share a wider perspective of the arts internationally, and its relevance to Puerto Rico; to be able to count with this resource allows him to be up to date with the “best of both worlds” and at the same time stay in tune with the creative world.

If there’s something in particular that evidences the passion that Castro Barreto haves for art and the importance of superimposing sensibility over economic value, is the description of the provenance of his pieces. In other words, the official history documents that state the provenance of the piece. Castro comments about how most provenances contain a description and history similar to something like this: “This piece was owned by the Kings of Spain, then by Trump, and then by Castro Barreto Collection”, to offer an example. Where there’s a clear emphasis and weight put on the reputation and economic value of the piece. In contrast, Castro Barreto tries to always share a personal story related to it. Probably that story that marked him and ultimately made the piece so valuable to him, sharing moments and special adventures that surround the piece. For example, by describing what happened the day he acquired it, who were present, who he met that day, if they went for coffee and then had the opportunity to visit the studio of the artist, where he met other artists, ect… Always looking to share a personal story.

The Beginnings

Since very young Barreto was introduced to art through one of his friends from school, whose mother is Marimar Benítez, at the time Rector at the School of Plastic Arts of Puerto Rico. Benítez used to take them every Thursday to visit art exhibitions. Moments that Barreto greatly cherished, since he was able to disconnect from everything, feel relaxed and immerse in this world where he “met completely different people to the ones he used to see in the streets, with great ideas”, and that’s how he started to get involved with arts. Today, Castro still holds a close relationship with his friend and Benítez.

“Colleting came later. Because I used to think that “that thing” about colleting was something very expensive and for an elite, that it was out of my reach. Until I bought my first piece. What motivated me to continue acquiring the pieces that I liked, without a specific theme in mind. Simply getting the pieces that I liked”.

Around 2007 Barreto bought his first piece, and started to collect when he saw a work of art at Plaza Las Américas from an artist called Ada Negrón —a red piece— which, according to how Castro tells it in his webpage, “I was perplexed seeing those reds and how the image interfered with my actual life experiences, transporting me back in time, feeling those moments again”. So he says to Negrón that he liked it, and he got it. That’s when he realized that he could acquire works of art. “I acquired that piece and some time went by where I wouldn’t buy anything, after that I met a person that’s called Alexis, who many call ‘Cabra’ —and is now based in Chicago— is a very influent person here in Puerto Rico when it comes to moving local artists. He had a rolling gallery that was a trailer, called Trailer Park Projects. He parked the gallery outside of art exhibitions. As if we were going to have an exhibition here today at 7pm, he would already be down there with his truck selling art to the people at the entrance. He knew a lot of people, and it was him who started to introduce me to artists and showing me works of artists he had. I bought several pieces from him, and then I later continued to move in the local arts world by myself, making a name, and meeting new people. But it was him who sort of took me under his wing, in the sense of giving me access to the local scene”.

Today

Now, Castro Barreto Collection is perhaps in search of that aesthetic or conceptual consolidation, Barreto doesn’t knows that yet. Although he does is very clear in his mission of continuing to support Puerto Rican art, and enjoying all of those experiences of value that this hobby provides him. To Castro is very important to maintain the relationship he holds with many of the artists that are part of his collection, because it means that he gets to constantly relive those pleasant experiences and encounters with the art he used to have when younger, constantly. That exchange of ideas and of being able to discuss with creatives about any topic in life, is of high value to Barreto. Just as that great life lesson learned from agriculture, about not being fearful of starting again from zero, is again reflected when Barreto decides to organize the artistic events that were able to raise funding for the Jácanas neighborhood in Yabucoa, seriously affected with the passing of the recent hurricane María.

“It was a greatly satisfying event because I found a way of using my passions to help other people, and it responded very well, the artists responded, we could help the neighborhood, and we still are. Besides, we also revived the arts scene again, now that since the hurricane not many exhibitions were taking place, etc… the artists got to work, sent pieces from outside of the Island, I was connected to contacts in Chicago, and made contact with artists in the diaspora. They sent their pieces, and none of that cost me a thing, everything was self-managed by people who helped each other. Walter Fernández from the Cigar House motivated me a lot to make it happen, because I had never done such a thing with the artistic community, so I asked myself if it would end up being good. And everything went great”.

The webpage www.coleccioncastrobarreto.com serves as catalogue, and counts with updated information about the collection, the artists and their careers.

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