Imagina ser un alien. Te bajas en la parada 18, ves el MAC, pero alucinando, caminas unos pasos hasta Art Lab, en la calle Condado. En la parte trasera, un salón alberga un colectivo de piezas de arte (¿arte?, ¿qué es arte?), tu primer encuentro con alguna cultura planetaria en este cuadrante. El galerista, alto y de barbas, te indica que estás en Terrícolas 2: Narrativa, Ficción e Hipérbole, una exposición que reúne sobre 30 artistas puertorriqueños, curada por Mariela Pabón, Aby Ruiz y Rabindranat Díaz Cardona. Se te presenta la posibilidad de construir, con un nuevo set de ojos, el mundo —los mundos— que producen las imágenes. Envías un pin a tu pequeña flota de coleccionistas interestelares, quienes esperan ansiosos tu señal. Entre los retratos de hombres imaginados y monstruos, un multiverso de historias y tramas dialogan. Por si acaso, tomas notas.
En un despliegue variadísimo de estilos, técnicas y medios, se presentó en Art Lab la segunda edición de Terrícolas. El resultado de un verdadero esfuerzo colectivo, según confiesa Ahmed Echevarría, director de la galería destinada al desarrollo y la exposición de tendencias en el arte local, Terrícolas 2 tiene la virtud de poner en contacto obras de artistas emergentes con las de otros ya consagrados. Así, bajo el subtítulo “narrativa, ficción e hipérbole”, la exposición se aboca a los imaginarios que nutren la producción de cada artista. Se trata, pues, de obras cuyos personajes y situaciones dibujan un panorama sociocultural que no nos es completamente ajeno. Lejos de seguir un orden cronológico o respetar dictámenes historiográficos, el montaje promueve la asociación libre entre las piezas.
No hay fichas técnicas, ni títulos; el recorrido tan solo ofrece un diagrama que reproduce la disposición de cada obra junto al nombre del artista correspondiente. Una decisión arriesgada, ciertamente, pero que destaca el interés curatorial tanto de acentuar la originalidad con la que diversos artistas, incluso los menos conocidos, trabajan temas comunes como de romper con el star-system de nuestra escena plástica.
Tal y como podría esperarse, Terrícolas 2 privilegia la figura antropomórfica. La sala es un escaparate repleto de humanos y otras criaturas que, tomadas en su conjunto, exploran la naturaleza ecléctica y contradictoria de la contemporaneidad, frente al telón de nuestras coordenadas sociales, políticas y culturales. Por ejemplo, la imagen en acuarela de un boxeador meditabundo, casi un poeta, trastoca el arquetipo macharrán del púgil que celebra religiosamente una parte del país. En su cabeza ronda la frase “mis luchas están siempre teñidas de una ligera ficción”, como quien suspira y admite que la “realidad” tiene mucho de invención.
En otro mito, el hípster y el turista se confunden en un mismo retrato, fondo rosado neón y cocos incluidos. Aquí, la pregunta se vuelve sobre nuestro vínculo con la isla y el Caribe, el sonsonete del turismo como motor económico y hasta el famoso eslogan: “I live where you vacation”. Entretanto, y de frente a nuestro turista-hípster, un esclavo liberto parece alcanzar la iluminación, la perfecta alineación de sus chakras; a sus espaldas se alzan dos restaurantes de comida rápida. Se habrá enterado de alguna irresistible oferta, especulamos.
Asimismo, entre estos personajes dúctiles, también abundan los monstruos. Mediante el uso de la personificación, un proceso recurrente en la muestra, se revelan paisajes interiores que cuestionan los límites de lo “terrícola”. Pero en lugar de lanzarse a lo extra-planetario y al terreno del sci-fi, la colectiva se decanta por ficciones más próximas. Desde la religión, la política o la literatura, las criaturas de Terrícolas 2 se mantienen dentro de redes simbólicas reconocibles para abordar, no sin cierta ironía, las narrativas que conforman nuestra realidad. De este modo, una escultura de Poncili Creación no es sino la bandera puertorriqueña transformada en un humanoide de foam que encarna burlonamente la patria, un niño travieso y malcriado. Hay también piezas menos inusuales, al menos en términos formales. Las estatuillas de Zoé Rodríguez, por ejemplo, recuerdan la respetable tradición de la talla de santos. Sin embargo, al trastocar los rasgos físicos y añadir nuevos elementos a la representación se pone en entredicho la estructura simbólica de la que forman parte estas figuras. Como resultado, la imagen de un cardenal puede ser también la de un monstruo que esconde bajo su bata a unos infantes y un lobo feroz puede vestir, finalmente, su caperucita roja.
En adición, hay que destacar la heterogeneidad de estéticas que conviven en Terrícolas 2. Los imaginarios específicos —personajes, contextos y tramas— de los que antes hablábamos encuentran cauce a través de estilos personales que implican sus propios referentes. El resultado de un junte que incluye a decenas de artistas de varias generaciones, no podemos pasar por alto la inclusión de estilos rayanos en lo popular, la influencia del internet o el uso materiales y procesos poco convencionales. Desde una suerte de tumblr aesthetics que gusta del dibujo limpio y mínimo —lápiz, tinta fina— y la acuarela, hasta medios mixtos que se sirven tanto de retazos de telas, por mencionar un caso.Terrícolas 2 funciona como muestrario de estrategias representacionales en el arte puertorriqueño actual. Así, el mayor acierto de la exposición es haber confrontado en un mismo espacio influencias, estilos y temáticas muy diversos. La variedad y solidez de los trabajos expuestos, pues, es una invitación a echarle el ojo a la trayectoria de algunos artistas emergentes y, a su vez, a revisar el estado de la producción plástica en la isla.
Puerto Rican art guide for extraterrestrials and collectors. About Terrícolas 2: Narrative, fiction, and hyperbole
Imagine being an alien. You get out at the 18th bus stop and see the Museum of Contemporary Art (MAC), but hallucinating, you take a few more steps until you reach Art Lab in Condado Street. At the back of the room, an exhibition hall shelters a collection of art pieces (art? what is art?), your first encounter with any planetary culture in this quadrant. The tall and bearded gallery owner tells you that you're at Terrícolas (Earthlings) 2: Narrative, Fiction, and Hyperbole, an exhibition that brings together over 30 Puerto Rican artists, curated by Mariela Pabón, Aby Ruiz and Rabindranat Díaz Cardona. The possibility of constructing, with a new set of eyes, the world —the worlds— produced by the images, is presented at you. You send a pin to your small fleet of interstellar collectors, who anxiously await your signal. Among the visions of imagined men and monsters, a multiverse of stories and plots converse. Just in case, you take notes.
In a varied display of styles, techniques and media, the second edition of Terrícolas (Earthlings) was presented at Art Lab. The result of a true collective effort, admits Ahmed Echevarría, the director of the gallery dedicated to the development and exhibition of local art. Terrícolas 2 has the virtue of bringing together work from emerging artist, as well as work from those acclaimed. Thus, following the "narrative, fiction, and hyperbole" caption, the exhibition addresses the imaginaries that nourish the production of each artist. It is, therefore, works of art whose characters and situations draw a socio-cultural panorama not completely foreign to us. Far from following a chronological order or respecting historiographical opinions, the assembly fosters free association between the pieces.
There are no fact sheets, nor titles; the path offers only but a diagram depicting the layout of each work along with the artist which it corresponds. A risky decision, certainly, but one that highlights the curatorial interest to emphasize the originality with which different artists, including the lesser known, work with common themes as to break with our plastic scene’s star-system.
As expected, Terrícolas 2 favors the anthropomorphic figure. The hall is a showcase filled with humans and other creatures which, taken as a whole, explore the contemporaneity’s eclectic and contradictory nature, against the backdrop of our social, political, and cultural coordinates. For example, the watercolor image of a meditative boxer, almost a poet, disrupts the fighter’s macharrán (macho man) archetype, religiously celebrated by a part of the country. A phrase circles his head: “My battles are always tarnished with a light fiction”, as he who sighs and admits that “reality” has a lot of intervention.
In another myth, the hipster and the tourist are confused in the same portrait, neon pink background and coconuts included. The question turns to our relationship with the Island and the Caribbean, the singsong of tourism as economic motor; including the famous slogan: “I live where you vacation”. Meanwhile, and right in front of our tourist-hipster, a freed slave seems to reach enlightenment, the perfect alignment of his chakras; two fast-food restaurants rise behind him. He must have found out about a compelling offer, or so we speculate.
Similarly, monsters are also plentiful among these soft characters. Through the use of personification, a recurring process in the exhibition, interior landscapes that question “earthling” limits are revealed. But, instead of leaping into the extra-planetary and sci-fi territory, the collective opts for more more familiar fictions. On the basis of religion, politics, and literature, the creatures of Terrícolas 2 stay within recognizable symbolic networks which make it possible to address, not without some irony, the narratives that shape our reality. Thus, a Poncili Creación sculpture is nothing other than the Puerto Rican flag transformed into a humanoid, made of foam, which mockingly embodies the homeland, a mischievous and spoiled child. There is also less unusual works, at least in formal terms. Zoé Rodríguez’s figurines, for example, recall the respectable “carving of saints” tradition. However, by disturbing the physical characteristics and adding new elements to the representation, the symbolic structure of these figures are questioned. As a result, the image of a cardinal can also be that of a monster that hides two infants under its robe; and the big bad wolf can finally wear its little red riding hood.
Furthermore, Terrícolas 2’s heterogenetic aesthetic should be pointed out. The imagined specifics mentioned earlier —characters, settings, and plots— find their way through personal styles that involve their own references. The result of a reunion that includes dozens of artists from several generations, we cannot ignore the use of popular styles, the influence of the internet, nor the use of unconventional materials or processes. From a sort of clean and minimal tumblr aesthetics —pencil, fine ink— and watercolors, to mixed media, as pieces made of fabric scraps, for example. Terrícolas 2 serves as a sample of representational strategies for Puerto Rico’s current art. Thus, the greater success of the exhibition is to have confronted, in a same space, very different influences, styles, and themes. The variety and strength of the works exhibited is an invitation to look at the trajectory of some of the emerging artists and, at the same time, to review the status of the plastic production in the island.
Autor | Author
José Colón Laboy
Egresado de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras y de la Universitat Pompeu Fabra en Barcelona. Trabaja intersecciones entre literatura, artes, cultura visual, diseño, tecnología y pensamiento. En ocasiones, el mundo le ataja. Desayuna todos los días. Escribe.
He graduated from the University of Puerto Rico, Rio Piedras Campus, and from the Universitat Pompeu Fabra in Barcelona. He works at a crossroad between literature, art, visual culture, design, technology, and thought. Sometimes, the world cuts him off. He eats breakfast daily; and also writes.
