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La Significancia Cultural, Ambiental y Política de “Sitio Específico es Tiempo Específico” de Steve


Sitio Específico es Tiempo Específico de Steve Maldonado Silvestrini | AL Magazine | armariolocal® | puerto rico | Foto/Photo: Katja Torres

Hace varios domingos me acerqué a una casa modesta en Santurce. Estaba en busca de una instalación de arte sin tener idea de qué se trataba. Bueno, ni idea aparte de que me recomendaron ir en pantalones largos y botas, lo cual, por supuesto, activó mi curiosidad. El lugar se llama Hidrante, y estoy agradecida de que me habían introducido al local anteriormente, ya que nunca hubiera sabido atravesar el portón y subir las escaleras hacia el segundo piso para llegar a esta exhibición verdaderamente intrigante titulada “Sitio Específico es Tiempo Específico”.

Llegué en el día de apertura de la exhibición, el 19 de febrero. Ésta duraría por dos semanas hasta el 4 de marzo. Varios días luego de su culminación, me senté con el artista, Steve Maldonado Silvestrini, en medio de una tarde lluviosa para hablar sobre el éxito de su reciente exhibición y sobre su arte en general.

El Artista

Steve Maldonado Silvestrini es un joven artista puertorriqueño con experiencia en arquitectura y diseño ambiental. Al estudiar estas disciplinas, observó una tendencia dentro del campo a ignorar las particularidades entre distintas especies de plantas que habitan los espacios que rodean los proyectos arquitectónicos. Las prioridades de la industria parecen estar en la estética más que en las necesidades de las plantas. No se consideran las interacciones de las plantas entre sí, con otros organismos vivos o con la sociedad en general. De esta manera, las plantas se reducen a ser únicamente objetos, o elementos de diseño. Esto no parece ser un modelo de diseño sostenible. Maldonado afirma que a nivel internacional hay sólo unas 100 especies de plantas que se utilizan en el diseño, ya que se consideran fáciles de mantener. Sin embargo, él está muy consciente de que la estética y la facilidad de mantenimiento son sólo dos variables en una larga lista de lo que debe ser tomado en consideración.

Por lo tanto, después de estudiar arquitectura, Maldonado sintió la necesidad de estudiar la botánica, y más específicamente la etnobotánica, la cual profundiza en la relación entre los seres humanos y las plantas. También estudió ambientalismo y geología y estudió medicina natural con María Benedetti, una pionera en el campo. De repente, una flor no es sólo vista como una joya viviente para adornar un espacio, sino también como un organismo que tiene el potencial adicional de ser consumible como medicina o como un bocadillo nutritivo, por ejemplo. Maldonado entrelazó sus nuevos conocimientos con su formación arquitectónica. Sus estudios de los ecosistemas y sus interacciones lo llevaron a interesarse en qué los organismos vivos pueden contribuir más allá de la estética. Esto, como él dice, es la manera más responsable de diseñar.

Maldonado ha tenido la oportunidad de colaborar con otros artistas con ideas afines como Jorge González, a quien Maldonado ve como profesor. González identifica y recolecta plantas con el propósito de crear un perfil histórico, social y cultural que informe al estudio de la botánica. Sin embargo, su proyecto parece centrarse más en las plantas endémicas y raras, mientras que la atención de Maldonado se concentra en las plantas más comunes que se encuentran en las zonas urbanas. Maldonado espera recolectar la mayor cantidad posible de datos sobre las plantas que se encuentran en el área de Santurce con el fin de hacer mapas de sus localizaciones, entender cómo se propagan, y denotar cuáles son sus usos. Ya ha mapeado varias áreas y espera publicar estos registros, lo cual apoderaría a aquellos que no están familiarizados con estas plantas comunes a considerarlas una parte de su vida cotidiana en vez de verlas como desechos o como elementos simples de diseño.

La Exhibición

La exposición de Maldonado, “Sitio Específico es Tiempo Específico”, estuvo en exhibición durante dos semanas en Hidrante en Santurce. Consistía de un espacio, un salón de una casa de cemento, lleno de fauna y flora que Maldonado recogió de los alrededores inmediatos de la casa en medio de una zona urbana densamente poblada. Los ejemplares se mostraron de formas variables en el espacio.

En una sección, ‘residuos orgánicos,’ o recortes de las plantas típicamente desechados, cubren el piso, tallos solitarios parecen salir graciablemente de las paredes de cemento y arreglos de plantas prensadas y pegadas en tablas de acrílico cuelgan del techo. Se anima a los visitantes a pisar dentro del área densamente cubierta con los residuos orgánicos, recordándoles ser cautelosos de las criaturas vivas, como lagartijos, que pueden todavía habitar los especímenes orgánicos.

La decisión de Maldonado de llenar el suelo con materia vegetal no sólo proviene de la frustración con la poca atención que se le da a los pisos en la arquitectura, sino también por el deseo de demostrar todos los recursos naturales fácilmente disponibles en una sola casa dentro de la ciudad urbana y atraer atención al valor que tiene este material. Éste se considera a menudo como basura y se bota en lugar de ser utilizado como composta, por ejemplo, o incluso con fines medicinales o nutritivos potenciales. Una inspiración artística para esta presentación particular proviene del artista Walter De María y su "Habitación de tierra." A su vez, la inspiración de Maldonado para los montajes de acrílico y su colocación se deriva de la obra del artista brasileño Hélio Oiticica "Penetrables" en la década de 1960 y de Lina Bo Bardi, otra artista brasileña que trabajaba en el Modernismo Tropical y vivía dentro de una casa de vidrio entre un bosque. La sensibilidad de Bo Bardi a la luz natural y a la botánica le llaman la atención a Maldonado, al igual que el aspecto democratizador de poder apreciar la obra desde 360 grados. Por lo tanto, las exposiciones de las plantas están colocadas en acrílico transparente y guindan libres en lugar de estar pegadas a una pared. Tampoco hay frontera que evite que el espectador se acerque al arte. Definitivamente es un espacio dentro de un espacio.

Lo que yo llamaría la segunda sección de la sala, un juicio basado en gran parte por la frontera creada por la yuxtaposición del suelo lleno de vegetación con el suelo de vinilo, incluye un surtido de plantas colocadas en vasos y, más notablemente, en alrededor de cien frascos pequeños que contienen especímenes pequeños. Estos frascos están divididos en dos categorías: aquellos cuya identidad ya ha sido determinada y aquellos a los cuales todavía se les está haciendo pruebas para su identificación. Los ya identificados, están colocados en una caja bajo una lista con sus nombres científicos, mientras que los otros están balanceados en una tabla de madera delgada que se encuentra encima de bloques de cemento. Los especímenes, que incluyen una variedad de flores, semillas, hojas, pistilos y otros, se conservan simplemente en agua.

La idea de Maldonado de poner los especímenes en frascos vino de una experiencia en su niñez. Después de llegar a su casa de correr bicicleta con una nueva planta en mano, la puso en agua para ver si crecía. Sin embargo, se frustró cuando la planta no dio raíz y selló el frasco. A medida que pasaba el tiempo, notó cómo cambiaba el color del agua, tornándose rojiza al interactuar con este espécimen en particular. Esto denotó otro uso para estas plantas aparte de los aspectos estéticos, medicinales, y nutricionales antes mencionados; podrían utilizarse para extraer pigmentos y hacer arte de esta otra manera. Con esto en mente, Maldonado experimenta con los frascos como una manera distinta de presentar los especímenes en lugar de los prensados botánicos habituales. Esto permite a los visitantes apreciar los especímenes en 3-D y observar diferentes cualidades como su habilidad para teñir el agua. Además, Maldonado descubrió un concepto de arqueología marina que establece que ciertos organismos están mejor conservados bajo el agua, ya que su exposición a ciertos gases e insectos descomponedores se minimiza.

En fin, todo lo que está exhibido es material orgánico recogido en los predios de una sola casa en medio de un paisaje urbano. Estas plantas y especímenes son parte de la casa, a pesar de que a menudo se pasan por alto al definir un espacio urbano. Estas plantas añaden su propio potencial a un espacio y se encuentran en un estado de transformación constante. A esto se refiere el título de la exposición: "Sitio Específico es Tiempo Específico". Es un recordatorio de que los lugares cambian, lo permanente desaparece, e incluso estudiar un lugar durante el día no es lo mismo que estudiarlo por la noche. Uno debe permanecer presente, explorar, y siempre honrar y respetar los ciclos naturales. También debe ser consciente de la relación entre lugar y tiempo y entre el paisaje urbano y los organismos vivos que abundan en todo. Con esto en mente, Maldonado quiere generar una arquitectura más inclusiva a otros organismos y proponer otras formas de vivir más allá de las que ya existen.

Vinculación Social

El trabajo de Maldonado es de profunda significancia cultural, ambiental y política. En primer lugar, su mapeo de las plantas que se encuentran en medio del paisaje urbano es esencial para adecuadamente comprender y convivir con la flora, la fauna y otros organismos vivos que nos rodean. Estos organismos prosperan alrededor y dentro de nuestras estructuras de madera y de concreto como casas y aceras. Sin embargo, seguimos siendo ajenos a su presencia prevaleciente, incluso dentro de los paisajes urbanos, y a la importancia de esta.

Este es especialmente el caso cuando se consideran no sólo las cualidades estéticas, los colores y las texturas que estos organismos introducen en nuestra esfera visual, sino también, y quizás más importantes, las cualidades medicinales, nutricionales y otras cualidades funcionales que estas plantas pueden aportar. Poseer y difundir el conocimiento de qué plantas pueden servir estas funciones alternas y dónde encontrarlas es en sí mismo un proceso de descolonización. En muchas ocasiones, se crea una alternativa al tener que comprar medicamentos caros en una farmacia o tener que viajar a un mercado e intercambiar dinero por alimentos. Esto nos libera de un sistema que muchos consideran un mal necesario ya que ofrece una substitución al mismo, aunque por el momento, y especialmente en el área urbana, sea menos convencional.

La educación sobre estos temas ambientales, que a menudo es sub-par en los currículos modernos tradicionales, tiene el poder de alterar la mentalidad cultural y reinventar todos estos sistemas que nos subyugan. Una comprensión colectiva de esto puede conducir a una nueva era de seguridad alimentaria, acceso a la medicina, y a la protección de la biodiversidad. Esto es especialmente de importancia inmediata en Puerto Rico durante este periodo de inestabilidad económica.

También es preocupante que Puerto Rico se haya convertido en el epicentro de los experimentos con semillas genéticamente modificadas dentro de los Estados Unidos y sus territorios, con compañías como Monsanto ya teniendo posesión de el 14% de la tierra pública más fértil. Esto representa un avance adicional hacia la privatización de los alimentos y una amenaza a las alternativas democráticas y sostenibles que beneficiarían a la sociedad en general.

La obra de Maldonado incorpora algunos de estos temas de colonialismo y capitalismo al destacar plantas como Amaranthus dubius, por ejemplo, que se conoce como un cultivo nativo barato y altamente resistente. Se originó en América del Sur, pero ahora crece en todo Puerto Rico y el resto del Caribe, así como muchos otros países tropicales en todo el mundo. Esta planta es altamente nutritiva y medicinal. Tanto sus hojas como su grano libre de gluten son comestibles e incluso es considerada superior al trigo y a otras verduras. Como señala Maldonado, es una planta con una historia muy simbólica. Se cree que el amaranto representaba el 80% del consumo de energía de los aztecas anterior a la conquista española. A su llegada, los colonizadores españoles prohibieron su cultivo y prendieron fuego a las cosechas, controlando efectivamente el acceso a los alimentos y debilitando a los nativos. En adición, hoy en día el amaranto es utilizado por los activistas en su lucha contra Monsanto, ya que es una planta difícil de erradicar. Sin embargo, la mayoría de las personas sólo conoce el amaranto como una ‘hierba mala’ que plaga los jardines y las calles.

De esta manera, el trabajo de Maldonado encaja maravillosamente dentro del movimiento agroecológico que actualmente tiene lugar en Puerto Rico. Otros contribuyentes a este movimiento, ya sean organizaciones de apoyo, artistas individuales o cultivadores, son Beta Local, Departamento de la Comida, Boricuá, Gladys Nazario, Recolecta, Huerto Comunitario Capetillo, entre otros. Sin embargo, el trabajo de Maldonado se destaca como único entre estos. Los hermosos y coloridos frascos de su exposición cautivan a los visitantes al recogerlos y observarlos de cerca. La exhibición de plantas prensadas sobre lienzos acrílicos y transparentes sobre suelos orgánicos es curiosa e inmersiva. De este modo, Maldonado logra llevar el exterior al interior, tanto físicamente como mentalmente uniendo la naturaleza con nuestra conciencia urbanizada. La exposición reaviva una sensación de asombro y emoción por la naturaleza, a menudo eclipsada por años de vida urbana sin educación ambiental, la cual es esencial para reimaginar el potencial de crear sociedades más justas y sostenibles.

THE CULTURAL, ENVIRONMENTAL, AND POLITICAL SIGNIFICANCE OF STEVE MALDONADO SILVESTRINI'S EXHIBIT "SITE SPECIFIC IS TIME SPECIFIC"

A few Sundays ago I approached an unassuming house in Santurce. I was in search of an art installation that I knew nothing about. Well, nothing except for the fact that I was to wear long pants and boots, which, of course, piqued my curiosity. The space goes by the name Hidrante, and I am grateful that I had been led there once before; Otherwise I would have never known to walk through the gates and up the stairs to find this intriguing exhibit titled “Site Specific is Time Specific”.

I arrived on the exhibit’s opening day, February 19th. It would last for two weeks, until March 4th. A few days after its culmination, I sat down with the artist, Steve Maldonado Silvestrini, on a rainy afternoon to chat about his recent exhibit’s success and about his work in general.

The Artist

Steve Maldonado Silvestrini is a young Puerto Rican artist with a background in architecture and environmental design. While studying these disciplines, he observed a tendency within the field to disregard the particularities among distinct species of plants that inhabit the spaces surrounding architectural projects. Priorities seem to lie in aesthetics rather than on the needs and interactions of plants with each other, with other living organisms, and with society at large. In this manner, plants are objectified and reduced to being solely design elements. This hardly seems like a sustainable model of design. Maldonado states that internationally there are only about 100 species of plants that are used in design, as they are considered easy to maintain. However, he is very aware that aesthetics and ease of maintenance are only two variables in a long list that should be taken into consideration.

Thus, after studying architecture, Maldonado felt the need to study botany, and more specifically ethnobotany, which delves into the relationship between humans and plants. He also studied environmentalism and geology and went on to study natural medicine with María Benedetti, a pioneer in the field. Suddenly, flowers are not only a living gem to adorn a space, but also hold the additional potential of being consumable as medicine or as a nutritious snack. Maldonado interlaced this newfound breadth of knowledge with his architectural background. His studies in ecosystems and their interactions led to an interest in what living organisms can contribute beyond aesthetics. This, as he states, is the more responsible way to design.

Maldonado has had the opportunity of collaborating with other similarly-minded artists like Jorge Gonzalez, who Maldonado views as a teacher. Gonzalez identifies and collects plants with the purpose of creating a historical, social, and cultural profile that informs the study of botany. However, his project seems to focus more on endemic and rare plants, while Maldonado’s attention lies in more common plants found in urban areas. Maldonado hopes to gather as much data as possible on the plants found in the area of Santurce in order to make maps of their locations, understand how they spread, and denote what their uses are. He has already mapped several areas and hopes to publish these records, which would empower those who remain unfamiliar with these common plants to consider them a part of their daily lives rather than as waste or as simple design elements.

The Exhibit

Maldonado’s exhibit, “Site Specific is Time Specific", was on display for two weeks at Hidrante in Santurce, Puerto Rico. It consisted of a space, the living room of a concrete home, filled with fauna and flora that Maldonado collected from the home’s immediate surroundings amidst a densely populated urban area. The living specimens were displayed varyingly throughout.

In one section, organic ‘waste,’ or trimmings of plants typically discarded, cover the floor, stems of plants graciously appear to be emerging from the concrete walls, and arrangements of leaves and stems taped on acrylic boards hang from the ceiling. Visitors are encouraged to step onto the densely ‘forested’ area, reminded to be cautious of living creatures, such as lizards, that may still inhabit the shrubbery.

Maldonado’s decision to fill floor with plant matter comes not only from frustration with what little attention floors are paid in architecture, but also from a desire to demonstrate all of the natural resources readily available in just one house in one spot of the urban city and draw attention to the value in this material. This material is often regarded as waste and disposed of rather than being used as compost, for instance, or even for potential medicinal or nutritious purposes. An artistic inspiration for this particular display was artist Walter De Maria and his “Earth Room.” In turn, Maldonado’s inspiration for the acrylic montages and their placement stems from Brazillian artist Hélio Oiticica’s “Penetrables” in the 1960s and from Lina Bo Bardi, another Brazillian artist who worked on Tropical Modernism and lived inside a glass home within a forest. Bo Bardi’s sensibilities to natural light and botany appeal to Maldonado, as does the democratizing aspect of being able to appreciate the artwork from 360 degrees. Hence, the displays of plants are free hanging on clear acrylic rather than being stuck to a wall and there is no boundary keeping the viewer from approaching the art. It is definitely ‘a space within a space.’

What I would call the second section of the room, a judgment largely based on the actual boundary created by the juxtaposition of the ‘forested’ floor versus the tiled vinyl floor, includes an assortment of plants placed in cups and, most notably, around one hundred small vials containing specimens of plants. These vials are divided into two categories: those whose identity has already been determined and those that are still being tested for identification. Those already identified are arranged in a box underneath a list of their scientific names, while the others are balanced on a thin wooden plank that lies atop cinder blocks. The specimens, which include a variety of flowers, seeds, leaves, pistils, and others, are simply preserved in water.

Maldonado’s idea of putting the specimens in vials came from a childhood experience. After riding home on his bike with a new plant in tow, as Maldonado often did, he placed it in water to see if it would grow. However, he got frustrated when the plant did not root and sealed the vial. As time passed, he noticed how the water color changed, becoming reddish for this particular specimen. This denoted another use for these plants apart from the aforementioned aesthetic, medicinal, and nutritional aspects; they could be used to extract pigments and make art in this additional manner. With this in mind, Maldonado experiments with the vials as another way to present the specimens instead of the usual botanical pressing. It allows visitors to appreciate the specimens in 3-D and to observe different qualities of the objects, like their ability to tint the water. In addition, Maldonado discovered a concept of marine archaeology, that establishes that certain organisms are better preserved under water, as their exposure to certain gases and decomposing insects is minimized.

Ultimately, everything that is displayed is organic material collected in a single house amidst an urban landscape. These plants and specimens are part of the home, even though they are often overlooked when defining an urban space. They add their own potential to a space and are in a state of constant transformation. This speaks to the title of the exhibit: “Site Specific is Time Specific". It is a reminder that places change, the permanent disappears, and even studying a place during the day is not same as studying it at night. One must remain present, explore, and always honor and respect the cycles. Overall, one must be aware of this relationship between place and time and between the urban landscape and the living organisms that abound throughout. With this in mind, Maldonado wants to generate architecture that is more inclusive to other organisms and to propose other ways of living beyond the ones that already exist.

Social Context

Maldonado’s work is of deep cultural, environmental, and political significance.

Firstly, his mapping of plants found amidst the urban city landscape that are often overlooked is essential to properly understand and cohabit with the flora, fauna, and other living organisms that surround us. Some of these organisms thrive around and within our wooden and concrete structures like homes and sidewalks. Still, we remain largely oblivious to their prevailing presence, even within urban cityscapes, and its significance.

This is specially the case when one considers not only the aesthetic qualities, colors, and textures that these organisms introduce to our visual sphere, but also, and perhaps more importantly, the medicinal, nutritional, and other functional qualities that these plants can contribute. Possessing and disseminating the knowledge of which plants can serve these alternate and important roles and where to find them is within itself a process of decolonization. In many cases, it creates an alternative to having to purchase expensive medication at a pharmacy or having to travel to a market for food. It liberates us from a system that many consider a necessary evil by offering a less conventional substitution for it.

Education in these environmental topics, which is often sub-par in traditional modern curriculums, has the power to alter the cultural mindset and reinvent all of these systems that subjugate us. A collective understanding of this can lead to a new era of food security, access to medicine, and much needed biodiversity. This is especially of immediate relevance in Puerto Rico during this period of economic instability.

It is also troubling that Puerto Rico has become the epicenter of experiments with genetically modified seeds within the United States and its territories, with companies like Monsanto already owning 14% of the most fertile public land. This represents an additional advance towards the privatization of food rather than the democratic, sustainable alternative that benefits society at large.

Maldonado’s work best embodies some of these themes of colonialism and capitalism by highlighting plants like Amaranthus dubius, for instance, which is known as an inexpensive and highly resilient native crop. It originated in South America but now grows all over Puerto Rico and the Caribbean at large, as well as many other tropical countries around the world. This plant is highly nutritious and medicinal. Both its leafy green leaves and its gluten-free grain are edible and even considered superior to wheat and other vegetables. As Maldonado points out, it is a plant with a very symbolic history. Amaranth is thought to have comprised 80% of Aztec energy consumption previous to Spanish conquest. Upon their arrival, the Spanish colonizers outlawed its cultivation and set fire to the crops, effectively controlling access to food and weakening the natives. Now a day, it is used by activists in their fight against Monsanto, as it is a tough plant to eradicate. However, most people, myself included, have only ever known amaranth as a weed.

In this way, Maldonado’s work fits wonderfully within the agroecological movement currently taking place in Puerto Rico. He mentions other contributors to this movement, whether supportive organizations, individual artists, or cultivators, like Beta Local, Departamento de la Comida, Boricuá, Gladys Nazario, Recolecta, Huerto Comunitario Capetillo, and others. Still, Maldonado’s work stands out as unique among these. Between the beautiful, colorful, whimsical vials in his exhibit, which he encourages visitors to pick up and observe up close, and the immersive display of clear acrylic canvases with pressed plants over rugged, organic floors, Maldonado manages to bring the exterior into the interior, both physically and mentally rejoining nature and our urbanized consciousness. The exhibit reawakens a sense of wonder and excitement for nature, often dulled by years of urban living without environmental education, that is essential in reimagining the potential for more just, sustainable societies.

AUTOR

 

Katja Torres

Katja Torres | AL Magazine | armariolocal®

Katja Torres es una artista de diferentes medios basada en San Juan, Puerto Rico. Está

especialmente interesada en la relación entre las artes—sea música, fotografía,

cinematografía, escritura, o diseño—y la justicia social.

Tiene un BA en sociología y un menor en filosofía de Tufts University.

Katja Torres is a multimedia artist based in San Juan, Puerto Rico. She is especially

interested in the relationship between the arts—whether music, photography, film,

writing, or design—and social justice. She also enjoys brainteasers, poetry, singing and songwriting, science fiction works that depict human nature, cooking everything with guava, and the thrill of skiing or white water rafting. Katja Torres has a BA in Sociology with a minor in Philosophy from Tufts University.

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